09 febrero, 2008

Cuantas veces se ha reiniciado la vida en la Tierra?




Científicos planetarios han encontrado evidencias de un impacto meteorítico mucho más grande y más temprano que el que mató a los dinosaurios –un impacto que se cree causó la mayor extinción masiva en la historia de la Tierra.
Una antiquísima mega-catástrofe allanó el camino para los dinosaurios y engendró al continente australiano, según lo sugiere una nueva investigación. (Imagen cortesía de la Universidad del Estado de Ohio).El cráter, de unos 480 kilómetros diámetro, yace escondido a más de un kilómetro bajo la capa de hielo de la Antártida Oriental. Y las mediciones gravimétricas que revelan su existencia sugieren que podría datar de aproximadamente 250 millones de años: la época de la extinción del Pérmico-Triásico, en la que casi toda la vida animal en la Tierra se extinguió. Su tamaño y localización –en la región de Wilkes Land, al Este de la Antártida, al sur de Australia- también sugieren que podría haber desencadenado la ruptura del supercontinente de Gondwana creando la falla tectónica que empujó a Australia hacia el norte. Los científicos creen que la extinción del Pérmico-Triásico allanó el camino para la supremacía de los dinosaurios. El cráter de Wilkes Land tiene más de dos veces el tamaño del cráter de Chicxculub, en la península de Yucatán, que señala el impacto que podría haber exterminado a los dinosaurios hace 65 millones de años. Se considera que el meteorito de Chicxculub tenía unos 10 kilómetros de diámetro, mientras que el meteorito de Wilkes Land habría tenido hasta 48 kilómetros de diámetro (un tamaño cuatro o cinco veces más grande). “El impacto de Wilkes Land es mucho más grande que el impacto que mató a los dinosaurios, y probablemente causó un daño catastrófico en aquella época”, sostuvo Ralph von Frese, profesor de ciencias geológicas en la Universidad del Estado de Ohio. Von Frese dirigió, junto a Laramie Potts (investigador postdoctoral en ciencias geológicas) el equipo que descubrió el cráter. Ambos trabajaron en estrecha colaboración con otros científicos de la Universidad y de la NASA, así como también con colegas de Rusia y Corea. Presentaron los resultados preliminares en un póster durante la reciente sesión en la Asamblea Conjunta de la Unión Geofísica Americana celebrada en Baltimore. Los científicos utilizaron fluctuaciones gravitatorias medidas por los satélites GRACE de la NASA para intentar ver por debajo de la superficie congelada de la Antártica, y allí encontraron un “tapón” de unos 320 kilómetros de diámetro de material de manto: se trata de una concentración de masa, o “mascon” (por las palabras inglesas “mass concentration”) en términos geológicos, que se había levantado dentro de la corteza terrestre. Los mascons son el equivalente planetario de un golpe en la cabeza. Se forman donde grandes objetos chocan contra la superficie de un planeta. Sobre el impacto, la capa más densa del manto salta hacia la corteza que lo cubre, lo que lo mantiene en su lugar debajo del cráter. Cuando los científicos superpusieron la imagen gravitatoria con imágenes aéreas de radar del suelo bajo el hielo, encontraron el mascon perfectamente centrado dentro de un borde circular de unos 500 kilómetros de diámetro (un cráter fácilmente lo suficientemente grande como para albergar al estado de Ohio). Por sí misma, la estructura del borde no probaría nada. Pero para Von Frese, la sumatoria del mascon implica un impacto. Años de estudiar impactos similares en la luna han perfeccionado su capacidad para encontrarlos. “Si yo viera esta misma señal de mascon en la luna, esperaría ver un cráter a su alrededor”, dijo. “Y cuando observamos la imagen del radar aerotransportado en la sonda de hielo, allí estaba”. “En la luna hay por lo menos 20 cráteres de impacto de este mismo tamaño o incluso mayores, de manera que no es sorprendente encontrar uno aquí”, continuó. “La activa geología de la Tierra probablemente mantuvo su superficie limpia de muchos otros”. Von Frese y Potts admitieron que tales señales están abiertas a diferentes interpretaciones. Incluso con las mediciones gravimétricas y de radar, los científicos están apenas comenzando a entender lo que está sucediendo dentro del planeta. No obstante, von Frese sostuvo que las circunstancias del radar y los signos de mascons apoyan sus interpretaciones. “Nosotros comparamos dos conjuntos de datos completamente diferentes tomados bajo distintas condiciones, y ellos concordaban”, dijo. Para estimar cuándo habría ocurrido el impacto, los científicos tomaron como parámetro el hecho de que el mascon todavía es visible. “En la luna, pueden fijarse en los cráteres y los mascons todavía están allí”, dijo von Frese. “Pero en la Tierra, es poco común encontrar mascons, porque el planeta está geológicamente activo. El interior en algún momento se recupera y los mascons desaparecen”. Mencionó el enorme y mucho más antiguo cráter Vredefort en Sudáfrica que debe haber tenido alguna vez un mascon, pero no hay evidencias de si en la actualidad puede verse. “En base a lo que sabemos acerca de la historia geológica de la región, este mascon de Wilkes Land se formó recientemente según los estándares geológicos: probablemente hace unos 250 millones de años”, dijo. “En otros quinientos millones de años, el mascon de Wilkes Land posiblemente también desaparecerá”. Hace aproximadamente 100 millones de años, Australia se separó del primitivo continente de Gondwana y comenzó a desplazarse hacia el norte, presionada por la expansión de un valle de rift dentro del Océano Índico oriental. El rift corta directamente el cráter de un lado a otro, de modo que el impacto podría haber ayudado a la formación del rift, afirmó Von Frese. Pero los efectos más inmediatos del impacto devastaron la vida en la Tierra. “Todos los cambios ambientales que resultaron del impacto habrían creado un entorno altamente cáustico realmente duro de soportar. Así, es lógico que la mayor parte de la vida se extinguiera en aquella época”, sostuvo. Von Frese y Potts querrían ir a la Antártica para confirmar el hallazgo. La mejor evidencia se obtendría de las rocas dentro del cráter. Pero dado que el costo de perforar más de un kilómetro de hielo hasta alcanzar las rocas directamente es prohibitivo, ellos quieren buscarlas por la base del hielo a lo largo de la costa, donde las corrientes de hielo están arrojando rocas erosionadas al mar. Relevamientos gravimétricos y magnéticos aéreos también serían muy útiles para probar su interpretación de los datos satelitales, según ambos científicos. La NASA y la Fundación Científica Nacional financiaron este trabajo. Los colaboradores incluyeron a Stuart Wells y Orlando Hernández, estudiantes graduados en ciencias geológicas en la Universidad de Ohio; Luis Gaya-Piqué y Hyung Rae Kim, ambos del Centro de Vuelo Espacial Goddard, de la NASA; Alexander Golynsky, del All-Russia Research Institute for Geology and Mineral Resources of the World Ocean; y Jeong Woo Kim y Jong Sun Hwang, de la Universidad de Sejong, en Corea.
Fuente: Revista de astrociencia.